Saludando.
Saludando.
El otro día, caminando por la calle miraste a lo
lejos -yo también lo miré- una silueta con la cual, sin pensarlo ni un segundo
decidiste interactuar, yo pensaba que probablemente la otra persona no te
miraba con detalle y por ello no interactuaría contigo, al momento en que la
distancia dejó de ser un "problema" y los tres nos encontramos de
frente, decidiste continuar dando lo mejor que tienes y regalas generosamente,
una gran sonrisa y un saludo el cual si no es apreciado o correspondido por la
otra parte, no importa, tú insistes en el saludo, buscando el rostro de quien
es tu interlocutor involuntario, sigues saludando, le miras fijamente y sigues
saludando hasta que el individuo frente a ti no resiste más y te regresa el
saludo, al hacerlo por un momento esta persona sale de su realidad y su
pensamiento lo cual le permite ver que lo que sucede a su rededor -siento que
de alguna forma ese "salirse" del pensamiento es vivir y ser tu- y
apreciar eso que sucede de manera especial. Terminado el saludo, Mariangela, tú
sigues caminado con una gran sonrisa plena y angelical en tu rostro ese rostro
tan tuyo y tan mío el cual veo con solo cerrar mis ojos. Es un éxtasis inmenso
cuando a cerrando mis ojos te veo y al abrirlos nuevamente estas tu frente a
mí, ese imaginarte y verte me regresa día a día a la vida me regresa el ser.
Mariangela, pienso que con tú rostro sonriente,
tú bracito estirado, tú mano palma al frente moviéndose de un lado a otro y
diciendo con voz fuerte "hola" en un idioma tan angelical tan tuyo y
tan universal que hasta el vecino que es Ruso lo entiende y te regresa el
saludo, Dios mismo se hace presente en la vida de otros de una manera tan
sencilla y palpable que no se puede hacer otra cosa mas que sonreír y ser
feliz.
Aveces sucede que otros no te saludan y siguen
su camino sin inmutarse, yo observo maravillado de tu reacción, la cual es
igual que cuando te regresan el saludo, siempre alegre y dispuesta a continuar
saludando.
Otros
niños por ejemplo también saludan y te saludan, de manera que esa interacción
es tan bella como ver dos angelitos jugar y platicar.
Mariangela esa insistencia tenaz de saludar y
sonreír a otros seres humanos, me compromete a seguir tu ejemplo -cosa que
desdichadamente no siempre logro- y saludar insistentemente aún y cuando el
otro no desee ser saludado o interactuar de alguna forma, pero veo que en ese
gesto esta presente la libertad, con la cual puedo sonreír y ser yo.
Esta
es una lección mas de Mariangela para Papá.
Mariangela
eres mi regalo de todos los días, te amo.
Tu
papi.
5-
Oct- 2017
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